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La realidad desde el punto de vista biológico

Biológicamente la realidad es una ilusión, lo que vemos ahí fuera no es más que la decodificación de lo que nuestros sentidos perciben, la información recibida a través de la vista, energía en forma lumínica o sonora, que entra por los ojos o por los oídos, pero que solo es procesada por el cerebro. El cerebro es quien interpreta que esto quema o que aquello esta frío, que esto duele o que aquello es delicioso. Es él el que nos dice “eso es eso” o “aquello es aquello”

 

La realidad de “ahí fuera” corresponde al 100% a la realidad interna. Imágenes, sonidos, dolor, calor, frío, sabor, picor, color, placer… no son otra cosa que impulsos eléctricos procedentes de diferentes partes de nuestro cuerpo que una vez procesados convenientemente por nuestro cerebro generan en nosotros mismos el concepto de una visión, una sensación, un sonido, un sabor… todo absolutamente irreal. Una ilusión generada por nuestro cerebro.

Incluso nuestra percepción del tiempo depende de nuestro sistema nervioso.

Nada es real con absoluta certeza. Ni tan siquiera nuestro propio cuerpo. Todo se reduce a la oscura interpretación de impulsos nerviosos, dominados por hormonas y neurotransmisores, manupilables por un órgano, tan dudosamente real como lo pueda ser nuestro dedo gordo del pie ¿Donde está la frontera del entorno y tu cuerpo? ¿En tu piel? No, en tu cerebro.  

 

Con el diseño del ojo actual, deberíamos ver un punto negro constante ligeramente desplazado del centro de nuestro punto de vista. Correspondería al orificio en la retina por el que pasa el nervio óptico, el punto ciego. Sin embargo, ¿Por qué no lo vemos? Literalmente porque nuestro cerebro se “inventa” la imagen con la que rellenar ese punto ciego. No es real, nuestro cerebro nos engaña para rellenar errores de percepción.

Nuestro cerebro se encarga, no solamente de procesar los impulsos provenientes de los órganos sensoriales, sino también de “editar” los resultados convenientemente de formas que escapan a nuestra voluntad.

Al final

 

Todo aquello que percibimos como real no es más que una proyección mental en tres dimensiones de lo que nuestro cerebro decodifica. Nuestros ojos no “ven”, es el cerebro el que “ve”.

 

El ojo no sabe que está recibiendo la energía lumínica de una silla o de un elefante, y francamente, le da igual, su función es simplemente transmitir el haz hacia el interior.  Sin embargo, en el camino hacia el cortex visual del cerebro, los lóbulos temporales editan, recortan y filtran hasta un 50% del haz lumínico inicial y solo esa parte editada de lo que en realidad habíamos percibido a través de la retina, es lo que llega al cerebro, que, entonces, se pone en marcha para “decidir” que es lo que está recibiendo y a que corresponde esa energía que le ha llegado, y así construir a partir de aquí, la imagen en 3D de lo que cree tener delante.

 

Así, si lo que “vemos” está basado en menos del 50% de una información captada del exterior, ¿como sabemos que es real y que es inventado? ¿Cómo se forma lo que percibimos como real para nosotros en nuestra mente? La respuesta es que el cerebro compone el otro 50% de información con datos de los que ya dispone, de nuestra presunción de cómo debe ser el mundo de ahí fuera, de lo que “esperamos” ver en realidad y de todo aquello que tiene acumulado en los bancos de memoria. Ejemplo con dibujo  

 

Hologramas

Un holograma es una fotografía tridimensional producida con la ayuda de un láser.
La tridimensionalidad de tales imágenes no es la única característica interesante de los hologramas. En efecto, si el holograma de una rosa es cortado a medias y luego iluminado por un láser, se descubrirá que cada mitad todavía contiene la entera imagen de la rosa. Si seguimos dividiendo las dos mitades, veremos que cada minúsculo fragmento de película siempre contendrá una versión más pequeña, pero intacta, de la misma imagen. 

 

De otra manera, de las normales fotografías, cada parte de un holograma contiene todas las informaciones poseídas por el holograma íntegro. 

Teoría de Bohm

 

Para explicar su teoría Bohm utilizó este ejemplo: imaginen un acuario conteniendo a un pez. 

También imaginen que el acuario no es directamente visible, que sólo se lo ve por dos telecámaras, una situada frontalmente y la otra lateralmente, con respecto al acuario. Mientras miramos los dos monitores televisivos podemos pensar que los peces visibles sobre los monitores son dos entidades separadas, la diferente posición de las telecámaras nos dará en efecto dos imágenes levemente diferentes. 

Pero, siguiendo con la observación de los dos peces, al final nos percataremos que hay cierta unión entre ellos: cuando uno se vuelve, también el otro se volverá; cuando uno mira frente a si, el otro mirará lateralmente.

 

Si nos quedáramos completamente en la oscuridad con el objetivo real del experimento, podríamos llegar a creer que los dos peces se estén comunicando entre sí, instantánea y misteriosamente. Si las partículas subatómicas nos aparecen separadas es porque somos capaces de sólo ver una porción de su realidad, ellas no son "partes" separadas, sino tallas de una unidad más profunda y básica, que resulta por fin igualmente holográfica e indivisible como nuestra rosa.

 

Y ya que cada cosa en la realidad física es constituida por estas "imágenes", se comprueba que el universo mismo es una proyección, un holograma. Si la separación entre las partículas subatómicas es solo aparente, eso significa que, a un nivel más profundo, todas las cosas son conectadas infinitamente.

 

Un físico, Alain Aspect, ha descubierto que los electrones también se "comunican" instantáneamente unos con otros a mil millones de km de distancia. Otro físico, Bohm, sostiene que eso es debido al hecho de que la separación es una ilusión, y que en realidad cada cosa estaría conectada a otra existente ya que conforman parte de un mismo "organismo." (El paradigma holográfico de Bohm) 

 

Este fenómeno puede ser sólo explicado de dos modos:

  • o la teoría de Einstein que excluye la posibilidad de comunicaciones más veloces a la luz, que serían erradas

  • o bien las partículas subatómicas son conectadas no-localmente

 

La hipótesis más acreditada es [la segunda.] 

David Bohm, opinó que los descubrimientos de Aspect implican que la realidad objetiva no existe. 

 

Los electrones de un átomo de carbono del cerebro humano están conectados a las partículas subatómicas que se encuentran en cada salmón que nada, cada corazón que late y en cada estrella que brilla en el cielo.

 

El mundo material es una ilusión. Nosotros mismos creemos ser entidades físicas que se mueven en un mundo físico; pero todo ésto es parte del campo de la pura ilusión.

A pesar de su aparente solidez, el universo es en realidad un fantasma, un holograma gigantesco y espléndidamente detallado.

La Vida

¿Qué es la vida?

 

Para la biología se considera vivo todo organismo que nace, crece, se reproduce, evoluciona, responde a estímulos y muere

Para la mayoría de las religiones, la vida presenta connotaciones espirituales Para los cristianos es un paso que conduce al alma de la inexistencia a la plenitud eterna. Para los budistas La vida es cada uno de los estados de reencarnación de los seres sintientes en el samsara.

Ante todo, la vida no es una cosa palpable que se pueda tocar o ver bajo el microscopio. Es un estado de la energía, la vida no puede inducirse

Cuando nace un ser viviente, éste no adquiere vida, sino que hereda la habilidad para construir estructuras que ponen en movimiento ese estado de la energía.

Existen dos leyes energéticas que gobiernan el universo, la 1º ley de la termodinámica (la energía del universo es constante) y la 2º ley de la termodinámica (todo tiende al máximo desorden) esta ley nos enfrenta al problema de la entropía, es decir, la medida del orden y el desorden en un sistema físico dado en el Universo. Nos dice este segundo principio que, suponiendo estados iniciales y finales de equilibrio, los sistemas físicos saltan de un estado con un determinado nivel de orden a un estado menos ordenado. La entropía es un concepto que define el grado de desorden de la materia y la energía de un sistema. La tendencia de los sistemas de forma natural al aumento de la entropía es un principio natural Por ejemplo, define que un cuerpo a una temperatura determinada sólo puede tomar calor de cuerpos o fuentes de energía a mayor temperatura que la propia, nunca de cuerpos en su entorno que se encuentren a una temperatura menor. Y la vida no es ajena a ella.

Para la Termodinámica: Los sistemas vivos son una organización especial y localizada de la materia, donde se produce un continuo incremento de orden sin intervención externa.

La vida es un conjunto de microestados de la energía que se asocia con una demora en la dispersión espontánea de esa energía. La energía de los seres vivientes “salta” de un microestado a otro, siendo siempre controlada por enzimas.

Estos microestados son la fotosíntesis, la respiración celular, la fermentación, la putrefacción, la fuerza motriz protónica bacteriana, etc

Todos los seres vivientes conocidos poseemos vida por un tiempo y luego la perdemos.

Lo más relevante de ello es que la vida no decrece por el tamaño de la criatura. No por ser más pequeño tienes menos vida. La vida es un estado físico.

La vida es una posibilidad energética en todo el Universo después de la gran explosión.

Entonces: ¿La vida contradice la 2º ley de la termodinámica?

El físico y premio Nobel austriaco Erwin Schrödinger escribió  “WhatisLife” en el que se cuestionaba precisamente esto.

Schrödinger formulaba en el libro sus conclusiones en el sentido de que la vida no es ajena ni se opone a las leyes de la termodinámica sino que los sistemas biológicos conservan o amplían su complejidad y su orden interno exportando la entropía que producen sus procesos.

Schrödinger reconoce en su libro que la vida se nos presenta como un comportamiento ordenado y determinado de la materia que no se explica únicamente por la tendencia de los sistemas a pasar del orden al desorden como preconiza el segundo principio. La vida se basa en un orden ya existente, la vida en definitiva procede de la vida.

El físico ruso Isaac Asimov, para quien la disminución de la entropía en los sistemas biológicos ocurridos en el proceso de desarrollo de las formas vivas es perfectamente justificable en la medida en que fuera del sistema, allá en alguna otra parte del Universo, se habría producido un aumento de entropía equivalente o bastante para compensarlo.

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