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¿Cómo se formó finalmente la luna?

Una nueva teoría contradice lo que creíamos saber hasta ahora.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La nueva teoría apunta a que nuestro satélite, la Luna, se formó no como resultado de una colisión gigante única (Theia) sino por una serie de grandes impactos concatenados. Esto explicaría el motivo por el que la Luna parece estar compuesta por material muy parecido al de la Tierra y no por una combinación de remanentes terrestres y de restos de otro planeta.

 

Los responsables de esta teoría son un equipo de científicos del Instituto Weizmann de Ciencias en la Universidad de Rejovot (Israel), que realizó alrededor de 1.000 simulaciones numéricas de grandes cuerpos planetarios -que no gigantescos- impactando contra la Tierra en su etapa de formación. En estas simulaciones, los impactos produjeron discos de escombros o desechos, que estarían formados probablemente por material terrestre. Estos escombros habrían acabado acumulándose para originar una pequeña luna que habría migrado para fusionarse con una Luna en crecimiento, según apuntan los expertos.

 

 

Así pues, el origen de la Luna no habría que buscarlo en un único instante geológico, sino en alrededor de 20 impactos que se habrían producido durante muchos millones de años, y que conformaron lo que en la actualidad es nuestro satélite natural.

 

Sin embargo, los mismos científicos apuntan que deben buscarse más evidencias para confirmar que esta hipótesis es realmente la correcta. Con suerte, el programa espacial chino Chang'e 5 con destino la Luna podría ofrecernos la solución a este vetusto dilema. La misión espacial recogerá la primera muestra de rocas lunares desde las famosas misiones Apolo.

 

El estudio ha sido publicado en la revista Nature Geoscience.

Nuevos exoplanetas ricitos de oro

Hallan un sistema solar con siete Tierras

Sin duda, el 'pelotazo' lo dio la NASA con su anuncio de que la estrella enana TRAPPIST-1 acoge un sistema solar con planetas muy similares al nuestro.

Una estrella enana ultrafría a 40 años luz de nosotros acoge un sistema con varios exoplanetas templados similares al nuestro que podrían albergar vida.

El 2 de mayo de 2016, un equipo de astrónomos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) anunció en la revista Nature un insólito hallazgo: Habían detectado tres exoplanetas parecidos a la Tierra alrededor de la enana ultrafría conocida como TRAPPIST-1, una estrella poco más grande que Júpiter cuyo brillo representa apenas un 0,05 % el del Sol.

Nunca antes se habían cazado objetos de este tipo acompañando a una estrella tan pequeña. Y están muy cerca, a 40 años luz de nosotros.

En el momento de aquel anuncio se dijo que uno de ellos parecía encontrarse en la zona habitable del sistema, una región en la que se dan las condiciones necesarias para que exista agua en estado líquido en su superficie. Quizá, incluso, podría albergar vida. 

Pues bien, el descubrimiento ha sido no solo confirmado sino ampliado. No eran tres sino siete. Gracias al empleo de varios telescopios tanto en tierra como en el espacio, entre ellos el VLT (Very Large Telescope) de ESO y el de la isla de La Palma, en Canarias, los exoplanetas fueron detectados uno a uno, cual modelos de una pasarela galáctica, a medida que pasaban delante de su estrella, la estrella enana ultrafría TRAPPIST-1.

Según el nuevo artículo, que también aparece en Nature, no es uno sino tres los planetas que se encuentran en la zona habitable y podrían albergar océanos de agua en sus superficies, lo que aumenta la posibilidad de que el sistema pueda acoger vida. Se trata del sistema encontrado hasta ahora que tiene tanto el mayor número de planetas del tamaño de la Tierra como la mayor cantidad de mundos que podrían contar con agua líquida en sus superficies.

 Los planetas, nombrados como TRAPPIST-1b, c, d, e, f, g y h, en orden creciente de distancia de su estrella, tienen tamaños similares a nuestra Tierra.


Los astrónomos observaron los cambios en la emisión de luz de la estrella causados por cada uno de los siete planetas que pasan delante de ella —un evento conocido como tránsito—, lo que les permitió extraer información acerca de sus tamaños, composiciones y órbitas. Descubrieron que al menos los seis planetas interiores son comparables al nuestro en tamaño y temperatura.


Las órbitas planetarias son más pequeñas que la órbita de Mercurio en el Sistema Solar. Sin embargo, el pequeño tamaño de TRAPPIST-1 y su baja temperatura significan que la energía que proporciona a sus planetas es similar a la que reciben los planetas interiores de nuestro Sistema Solar. Así que TRAPPIST-1c, d y f reciben cantidades similares de energía que Venus, la Tierra y Marte, respectivamente.

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